La historia:

“La emotiva historia de un rosarino con Parkinson al que un implante cerebral le cambió la vida”

Había perdido la autonomía en la mayoría de sus actividades y los dolores aumentaban. Tras operarse, volvió a dar una clase presencial el día 10 de diciembre, invitado por una Universidad local.

La nota fue realizada por  Hagar Blau Makaroff

Guillermo Magi, es profesor de Filosofía y padece, desde hace 10 años, de Parkinson rígido. Su vida comenzó a tener limitaciones, pérdidas y disminuciones en funciones básica como la movilidad y el habla. El 10 de octubre pasado, hace apenas unos poco más dos meses, le realizaron una cirugía denominada Estimulación Cerebral Profunda (ECP). En la misma le implantaron dos electrodos en la zona del Subtálamo del cerebro. La función de esos electrodos es estimular la zona del cerebro dañada por no recibir un neurotransmisor que produce el cerebro de manera natural. Ese neuro transmisor conocido como dopamina es una molécula que produce nuestro cuerpo de forma natural. Se localiza en el Sistema Nervioso Autónomo (SNA). Se trata de un mensajero químico.

Sus principales funciones son el placer (en especial si este es anticipatorio), la motivación (el «querer hacer»), la coordinación de movimientos, la toma de decisiones, el aprendizaje, etc.

Esta historia, que es la suya y que compartió amablemente con Rosario3, fue a través de un diálogo escrito en la red social de WhatsApp, ya que Guillermo puede hablar, pero hacerlo le genera fatiga. Sin embargo, no escatimó en compartir sus reflexiones, así como su historia personal, con el altruista objetivo de advertir a otras personas con el mismo diagnóstico sobre esta operación que puede mejorarles como a él su calidad de vida.

“Todos tenemos una imagen pre-armada de que alguien con Parkinson debe ser muy viejito y normalmente varón, que camina muy lento y da pasos cortitos, y le tiemblan una o las dos manos”, ilustró Guillermo, y luego recordó: “No tenía idea de cómo era el Parkinson rígido, los primeros años prácticamente los síntomas o dolencias era fácilmente disimulables los primeros y las dolencias controladas con medicación.

El neurocirujano que le realizó la operación a Guillermo es Pablo Mortarino (Matrícula nº. 23.026), del Departamento de Neurocirugia Funcional y Estereotaxica del Sanatorio Parque. El especialista confirmó a este medio que si bien se trata de un tipo de intervención cada vez más regular, que nació en la década del ’80 y que se realiza en los nosocomios de la región ya desde hace más de una década, aún sigue sin ser conocido en el común de la gente (como señaló Magi), “probablemente producto de una falta de divulgación desde los sectores de salud en este país, porque en otros países está más difundido”. En Rosario, le consta que hay antecedentes de su aplicación en nosocomios públicos, y se encuentra también dentro del Programa Médico Obligatorio. Es una operación que consta de tres etapas, que lleva unas seis a ocho horas y el paciente suele ser dado de alta al día siguiente de la intervención.

Mortarino aclaró que si bien se trata de un tratamiento accesible para realizarlo, un paciente con diagnóstico de Parkinson debe reubir algunas características clínicas específicas y ciertos requisitos estrictos como el temblor, la rigidez y/ó la lentitud (alguno, varios o todos esos síntomas) como los más predominantes. 

En torno a qué implica la operación de Estimulación Cerebral Profunda (Deep Brain Stimulation en inglés), Mortarino precisó con claridad que “para dicha enfermedad, consta de la implantación de electrodos en áreas profundas del cerebro capaces de modular la actividad neuronal”. Dichos electrodos son similares a un marcapaso cardíaco: cables muy delgados con un grosor aproximado de dos milímetros.

Al instalarlos en un sector específico del cerebro y luego encenderlo, estos electrodos generan estimulación profunda con campos electromagnéticos en su circunferencia, con un efecto virtuoso en que los síntomas (que siempre avanzan) ingresan en una meseta de su desarrollo. En los controles post-operatorios, el neurólogo puede modificar la estimulación que el paciente recibe para adaptarla a las necesidades del paciente, logrando un mejor control de los síntomas. Los electrodos intentan cumplir de otra forma la función que cumplía la dopamina que dejaron de producir los pacientes con Parkinson: controlar a las neuronas para mejorar la coordinación de los movimientos.

La posibilidad de recuperar niveles de autonomía personal que devuelven al menos por el tiempo que sea la posibilidad de no depender de otros ni hacer que otros estén dependiendo de uno, hace mucho mas liviano el camino.

Esta nota producida por Hagar Blau Makaroff para Rosario3 en su primera versión, luego tomada y modificada por otros medios y finalmente adaptada para poder compartirla en este espacio virtual.